viernes, 30 de marzo de 2012

Marcha por la Memoria, Verdad y Justicia

Cada 24 de marzo tiene un significado especial, desde hace 36 años esta fecha marcada en el
calendario está sellada en la historia de nuestro país, en la vida de los argentinos.

El dolor que en un comienzo signó este día, con los años, sobre todo en esta última década,
fue dando paso a la alegría. En el crecimiento en política de Derechos Humanos, sembrando
los ideales de Memoria, Verdad y Justicia, volviendo a creer en la política como herramienta
de construcción. En los jóvenes y no tan jóvenes, en ese espíritu de querer transformar para
el bien de todos, en un Proyecto que incluye, vibra y late en los corazones de quienes creen y
sienten la militancia, para dar vuelta la historia, para plantar nuevas esperanzas.

Con el pecho inflado, la voz en alto, las banderas agitando, se grita Presente.

En un día de sol resplandeciente y de un cielo azul brillante, como los colores de su bandera,
los compañeros de La Cámpora Palermo marcharon juntos hacia la plaza. Partieron desde
su casa, la Unidad Básica de Uriarte 1878, hasta la Avenida 9 de Julio, donde se realizó la
concentración. A los pies del mural de la Evita combativa, como si los alentara desde arriba,
pasando por Avenida de Mayo hasta llegar a Casa Rosada, cada paso, cada mano en alto, cada
canto y cada corazón vibró en la cadencia del compromiso militante.

En el camino muchos se sumaron, mientras otros alentaron desde los costados; la columna se
hizo inmensa en número, en banderas y voces; y al compás de las canciones, de las palabras,
del encuentro en las miradas, el sentimiento fue multiplicándose.

A medida que avanzaban y la plaza se sentía más cercana, los brazos se alzaron más altos al
cielo, las banderas flamearon más intensamente, la alegría crecía en cada compañero alentado
a seguir, porque el esfuerzo sería gratamente retribuido al encontrarse con miles de personas
en la misma sintonía.

Al llegar, la voz ya estaba afónica de cantar y gritar, las manos gastadas de llevar las banderas
siempre en alto, los pies cansados de andar, pero la fuerza y la voluntad seguían intactas.

El sábado fue una jornada histórica para el pueblo, para los compañeros, para los que pisaron
la plaza acompañados, los que fueron solos, los que cada año se suman a este encuentro, en
paz, en alegría, recordando aquellos tristes primeros 24 de marzo, pero felices porque hoy se
lo puede sentir de manera diferente, en democracia, en libertad, construyendo relato en la
Memoria, dando la batalla, generando conciencia y respeto por la historia.

Esa noche los compañeros de Palermo festejaron, por la garra, el compañerismo, por sentirse
partícipes de un hecho trascendente, como todos los días que se vive y construye política y
simbólicamente en lo que uno cree y siente.

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